A 100 años del asesinato de Michael Collins: historia de lucha, controversia y el consenso actual

A más de un siglo del Alzamiento de Pascua de 1916, aquella rebelión nacionalista que sentó las bases de la independencia de Irlanda, sus protagonistas siguen presentes a los alrededores de la Oficina General de Correos de Dublín (el punto clave de la revolución). 

Foto: Juan Martín Fernández

Sin embargo, por estos días, una sola figura se roba toda la atención. Los puestos de diarios venden ediciones limitadas de revistas sobre sus hazañas. Las tiendas de merchandising ofrecen a los turistas llaveros, estampillas y posters con su imagen. Los principales medios de comunicación hacen referencia a los homenajes que se preparan en su honor. 

Se trata de Michael Collins, uno de los líderes más controvertidos de la revolución irlandesa y pieza clave para terminar con la ocupación británica. 

La razón por la que su personalidad cobra una relevancia particular es el 100° aniversario de su asesinato, el 22 de agosto de 1922, durante una confusa emboscada a las afueras del remoto pueblo de Béal na Bláth, condado de Cork. 

Por aquel entonces, Collins era la cara principal de los republicanos que estaban a favor de respetar el Tratado anglo-irlandés, que hace menos de un año había dado a luz al Estado Libre Irlandés y terminado con la guerra. 

Si bien este acuerdo estableció que las fuerzas británicas se retirarían de la isla, a su vez el país continuaría siendo un dominio del Reino Unido y respondiendo a su monarca. 

La controversia que generó este documento en el pueblo irlandés derivó en una sangrienta guerra civil, contexto durante el cual Michael Collins renunció a la presidencia del gobierno provisional de aquel entonces para dedicarse de lleno a comandar la facción del ejército que lo apoyaba. 

De este modo, durante una gira militar en el sur del país, el líder nacionalista fue sorprendido por un grupo de insurgentes que, tras un breve tiroteo en la carretera, terminaron con su increíblemente intensa y corta vida.

Formación y acercamiento a las ideas nacionalistas

Unos 31 años antes de aquel fatídico día, en la localidad de Sam's Cross, a tan solo unos 30 kilómetros del lugar donde fue asesinado, Collins había nacido en el seno de una numerosa y acomodada familia de granjeros. 

Realizó sus estudios primarios en las escuelas nacionales de Lisavaird y Clonakilty. Una vez cumplidos los 15 años, abandonó el condado de Cork para embarcarse rumbo a Londres, donde se dedicaría a trabajar y comenzaría a formarse políticamente. 

En Inglaterra, fue empleado del correo de West Kensington, luego trabajó para un corredor de bolsa y por último para la Cámara de Comercio. No obstante, lo más relevante fueron sus primeros contactos con los movimientos independentistas irlandeses, como con la Hermandad Republicana Irlandesa (IRB, por sus siglas en inglés) y la organización paramilitar Voluntarios Irlandeses.

En 1916, Collins regresó a Irlanda muy influenciado por las ideas nacionalistas y comenzó a trabajar con Joseph Plunkett, uno de los principales impulsores del Alzamiento de Pascua. De este modo, en abril de ese año formó parte de la toma de la Oficina General de Correos de Dublín. 

Debido a su participación en las revueltas, fue detenido y encarcelado por las fuerzas británicas en la localidad galesa de Frongoch, donde continuó radicalizándose y permaneció hasta diciembre.

A la cabeza de la rebelión

Al ser liberado, lejos de amedrentarse ante las ejecuciones de los principales líderes del levantamiento, como las del propio Plunkett, James Connolly y los otros cinco firmantes del acta de proclamación de la República Irlandesa; Collins buscó reagrupar y reorganizar a las fuerzas nacionalistas. Rápidamente fue elegido como miembro del ejecutivo del Sinn Féin y creó un servicio de inteligencia que trabajó para filtrarse entre los altos mandos británicos. 

Durante las elecciones generales de 1918, el Sinn Féin se impuso obteniendo 73 de los 105 escaños irlandeses en la Cámara de los Comunes. Ante estos resultados, el partido decidió no ocupar sus lugares en el Palacio de Westminster y crear su propio parlamento, el cual sería denominado Dáil Éireann (Asamblea de Irlanda). Dentro de esta nueva organización, Collins ocupó primero el puesto de ministro del Interior y luego el de ministro de Finanzas. 

La actitud de los parlamentarios irlandeses, sumada a una serie de ataques por parte del Ejército Republicano Irlandés (IRA, del inglés Irish Republican Army), desencadenó la Guerra de Independencia, donde el empoderado Collins tendría una importante participación. 

Su rol de estratega lo llevó a formar un escuadrón de pistoleros que se cobró la vida de importantes agentes británicos y, por consiguiente, a convertirse en uno de los principales objetivos del Reino Unido: el Gobierno de Londres ofreció importantes sumas de dinero a cambio de cualquier información que colaborara con su captura o asesinato.

Tras dos años de sangrientos enfrentamientos, en 1921 comenzaron las negociaciones para terminar con la guerra. En ese sentido, Collins fue escogido por Éamon de Valera, presidente del Dáil Éireann, para formar parte de la comitiva irlandesa que viajaría a Londres con el objetivo de alcanzar un acuerdo. 

Estas conversaciones derivaron en el Tratado anglo-irlandés, el cual fue aprobado por la Asamblea de Irlanda por un pequeño margen y causó una fuerte división en la opinión pública. 

Opiniones encontradas 

Con el acuerdo reafirmado, el hasta entonces ministro de Finanzas se convirtió en presidente del gobierno provisional y buscó por todos los medios convencer a las facciones anti-tratado de que el Estado Libre Irlandés era un importante paso adelante en la búsqueda de la independencia definitiva. 

Sin embargo, no consiguió la aceptación de los más radicales, encabezados justamente por De Valera, lo que dio pie al comienzo de la guerra civil y su posterior asesinato. 

La difícil tarea de Collins de buscar un equilibrio entre las presiones británicas y el hambre independentista de sus compatriotas lo puso en un lugar complicado, pero con el paso de los años su figura comenzó a tener un mayor consenso multipartidista. 

De hecho, este domingo 22 de agosto, cuando se lleven a cabo los homenajes en Béal na Bláth, Michael Martin se convertirá en el primer primer ministro del partido Fianna Fáil (fundado por De Valera y sus seguidores del Sinn Féin opuestos al tratado) en participar del culto a Collins. 

De esta forma, más allá de las siempre diversas opiniones de los irlandeses a la hora de abarcar cualquier tema, este rebelde nacionalista se ganó el respeto de todo el arco político. En especial por hacer frente a los británicos con valentía y pelear por lo que consideraba correcto. Por eso, este fin de semana será recordado y homenajeado por -casi- todos.

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